El niño que crece…y va aprendiendo…..
Que la vida ya no es un camino de rosas…y es dura
A veces…
Y vuelvo otra vez a la niñez…
A los
fríos recuerdos…
A esos que a mi Amigo Buddha le parecen tristes…
A mi…solo recuerdos me parecen, y, alguna vez…
Incluso
tiernos.
Y Comenzó
mi educación, en un buen colegio, estricto,
Severo,
católico…y de pago, por supuesto…
En los
escolapios padres píos…
Allí
descubrí un mundo para mí desconocido,
Tanta
gente, tantos grupos…tantos hermanos…
Y yo,
solo…no conocía a nadie, todo extraño…
Me volví Huraño…
Hasta ese
momento, todo en mi vida,
en torno
a Carmen giraba…
Ella me
vestía, me arreglaba…
A jugar
con otros niños, al parque, me sacaba…
A jugar
con ellos…, no a mezclarme…
Al menor
grito, al menor enfado, acudía en mi rescate.
Era un niño consentido…hasta cierto punto.
Cuando mi
otra madre estaba presente,
nuestra relación se diluía,
nuestra relación se diluía,
Carmen
era una criada… yo, un educado niño.
Por si
acaso… Acuerdo tácito.
En el
colegio aprendí pronto que era mal aceptado,
No entre
los píos padres, valga dios,
sí todos
los meses, cobraban…
Eran los otros niños, no era de los de su Clase.
Mi
familia tenía dinero, y mucho…
Más su
apellido sin Lustre, era familia de pescadores…
Que, a La
Mar, arrancó su riqueza, toda su fortuna…
De párvulos a fin de primaria, me enseñaron con esmero,
Los curas
educación esmerada, disciplina…su religión,
Mis compañeros…su
desdén, su desprecio.
De Huraño pasé a ser Solitario.
Aprendí …, a recibir golpes, y también a darlos,
A ser
prudente y cauto.
A elegir
dónde pegarme…por sí que correr había…
Pude de
los curas solicitar ayuda, más me abstuve…
Fue una
época mala, apenas, de ella, recuerdos tengo …
Solo a mi otra madre, poniendo el grito en el cielo,
A los
curas abroncando…
-Habrase visto- decía airada…
-Habrase visto- decía airada…
Era mujer de carácter fuerte y altivo,
De ese
que tiene una sirvienta, que llega a dueña…más la dejo…
Sigo…
Raro era el día, en que a casa, no llegaba yo desharrapado…
-Como un
cualquiera…- Me decía, luego me castigaba.
Raro era
también el día en que pelea no hubiese…
Si no era
por una canica…era porque olía a pescado, decían…
Zas, lio
armado.
Pero Empecé a devolver los golpes, les perdí el miedo…
Aprendí a
hacer daño, a golpear con saña…
Me volví
despiadado, el que me insultaba, lo pagaba, y caro,
Temprano o
tarde, no olvidaba…hoy tampoco lo hago…
Me volví Malo…y seguí Solo.
Pero
deciros puedo, que al comenzar primero de bachillerato,
Sin aceptarme
seguían mis compañeros, pero me soportaban…
Me tenían
miedo, no era el matón de la clase,
Nunca fui
de esos, más pelear bien sabía…
Me habían
enseñado ellos.
Más con
el bachillerato comienzan, también,
Los buenos recuerdos…
Los buenos recuerdos…
De los
profesores, solo dos, a mi mente acuden,
ninguno más…
ninguno más…
El nombre
al menos…
Uno era un buen Hombre…,
El padre Eliseo le llamaban, me enseñó a amar la Historia,
Y la
Literatura…
También más cosas, era un hombre descreído…
Para bien
nuestro, el mío al menos…
Pues nos
enseñó también…,
Que la Historia la escriben,…Los vencedores,
nunca los
vencidos…
Que
existían otros dioses, y como tales,
Aunque no
nuestros, debíamos respeto…
A ser incrédulos, a pensar…con la cabeza,
A leer
entre líneas, y creer, de la mitad un cuarto.
Era un hombre muy culto, harto paciente…
Le
recuerdo con afecto, su pelo cano, su barba rala…
Su avanzada
edad…su Elocuencia…
Más que
darnos clase, nos narraba las batallas.
Como un
Bardo...
Nos enseñaba el campo…Las legiones,
Aníbal…sus elefantes…
Nos enseñaba el campo…Las legiones,
Aníbal…sus elefantes…
Él me
dio, para leer, El Despertar…
Nunca se
lo podré agradecer, pues ese libro plantó en mí,
Una semilla,
que con el tiempo germinó…
Descubrí que
también existía la miseria…
Que los
pobres siempre pierden…que nunca ganan.
Y comencé a mirar alrededor…
Y a ver, que además de los del colegio…
existían
otros niños, menos favorecidos…
Del otro,
solo el mote recuerdo, Tintín, le llamábamos…
Un
prefecto de la orden, tan malvado como joven…
Sus fuertes
golpes, sus sopapos, también recuerdo…
Me dio muchos…
Jamás
doblegó mi Espíritu…y lo intentó…os lo juro.
Y os
diré, que de la iglesia nada guardo,
salvo el
conocimiento, de su historia, de su credo,
que no
sigo ni practico.
Me
gustaba estudiar, sacar las mejores notas..
No por ser mejor que nadie, sino porque ello me permitía,
los viernes,
al acabar las clases, bajar raudo y veloz,
Al puerto,
A salir a
La Mar…,
Con mi tío Chele, en su Barco, el Gerpo,
a faenar,
toda la noche…
Eran días Mágicos… los atardeceres en cubierta,
mientras, rumbo a los caladeros,
navegábamos…
Eran días Mágicos… los atardeceres en cubierta,
mientras, rumbo a los caladeros,
navegábamos…
Toda la
noche en el puente, observando la maniobra…
Escuchando
sus explicaciones,
A mantener
un rumbo, a leer las cartas,
a marcarlo en ellas,
a marcarlo en ellas,
A tomar
la posición, con un sextante…
Como interpretar la sonda…
Cuando empezar la largada…
Todo eso me enseñó, y más cosas.
Como interpretar la sonda…
Cuando empezar la largada…
Todo eso me enseñó, y más cosas.
Aún al
recordar me emociono, aquellas noches…
Cuando, tras
observar la sonda atentamente,
me decía…YA…
me decía…YA…
Y yo, raudo, lanzaba una luminosa boya por la borda,
A babor o estribor, según mandase…
El bote, atrás queda , barco avante, el arte al agua…
Y, una
vez completado el cerco, la recogida de las redes.
Me
enseñó, también, que de los hombres, para mandarlos,
Hay que
ganarse su respeto…
Que con
ellos, nada de confianzas, pero que de ellos…
Como Patrón,
todo saber debía.
Solo sé,
que con trece años mandaba la maniobra,
Y los
hombres, faenaban…
Hombres con los que pasé, también muchas noches,
Con ellos
en cubierta, ayudando unas veces,
Estorbando
otras…
De Ellos bebí, de La Mar, sus historias, sus leyendas…
Y Oí sus
sueños y anhelos…Conocí sus amarguras…
Al principio para ellos, un estorbo…al cabo de un tiempo…
Su cachorro…el
sobrino del Patrón…
El hijo
del cojo…pescador…de los nuestros.
Y a la
mañana siguiente, nada más amarrar subía a casa
De mi
Abuela…
-¿Te
divertiste anoche, nene…?- Me preguntaba al recibirme…
-Sí,
pescamos bien,- le contestaba yo, nada más,
No la
llamaba abuela, era María a secas….
Y después de una ducha, el desayuno…y al
terminarlo…
La paga y
un beso, siempre me daba unas pesetas.
Luego a
casa de mis padres…Largo fin de semana…
Pero era
feliz…-
Adryc Manellsön, en
la Bahía de Thorvick.
En el quinceavo
día del sexto mes de 2012.
Vale la pena releerlo, una y otra vez, como te he dicho. Por el puro placer de la lectura.
ResponderEliminarSigo notando esa gota de amargura o tristeza, quizás sea la prosa que usas. No la cambies, me encanta :)
Gracias Buddha Amigo, tu comentario me Honra sobremanera...es unplacer tenerte de lector, Gracias...Adryc.
ResponderEliminarEstou me sentindo feliz obtendo te comigo!
ResponderEliminarAs três fotos postadas são incluindo teus filhos? Senti ser parecidos com você.
Abraço e disponha me...))(